Nací el 20 de Marzo de 1952, en Santiago de Chile. Mis padres me educaron
en la religión católica y de pequeño le oraba a Cristo. Siempre tuve
sorprendentes respuestas a mis oraciones, por lo que no podía entender como
alguien podía ser ateo y no contar con un amigo tan maravilloso como
Dios.
Recuerdo haber leído a los doce años una enciclopedia para niños donde decía que en India los yogis se encerraban en cavernas pero que en realidad, ellos decían, no estaban allí encerrados. La enciclopedia también decía que esos yogis creían en la reencarnación. Al principio me reí al leer de esa idea que me pareció absurda, pero luego pensé: "no, la India es un pueblo muy sabio, si ellos creen en eso, por algo debe ser..." No sé en verdad de donde me vino esta idea, este respeto natural por la herencia cultural de la India, sin duda alguna fue la marca de alguna vida pasada...
Pienso que debo estar muy agradecido en este nacimiento pues he tenido la maravillosa oportunidad de encontrarme con un devoto puro como Srila Prabhupad, esta gran fortuna de alguna manera fue anunciada, pues, según me contaron una vez mis padres, en el décimo piso del edificio en que esperaban mi venida, cantó un grillo por varios días.
No voy a decir que he sido un santo, pero por alguna buena fortuna la preocupación de Dios estuvo muy a menudo presente en mi vida. Sin duda esto también lo debo a mis padres, ellos nos obligaban a ir a misa, aún estando enfermos, no había pretexto que valiera para no cumplir con el oficio del domingo. Recuerdo que a veces detestaba hacerlo, y en otras iba de muy buena gana. Así de niño se me enseñó a orar y a confiar en Dios. Recuerdo una pequeña anécdota, estaba dudando en contarlo pues pensé que sería para mi propio engrandecimiento, pero después vi que no, que mas bien engrandece a quienes me educaron desde mi tierna infancia, y sirve para apreciar el valor de una temprana educación espiritual. La anécdota en si es muy sencilla: de niño estaba dando una prueba en el colegio, cuando de pronto el profesor se me acercó y retiró la hoja de mi prueba acusándome de estar copiando, como no lo estaba haciendo tuve una reacción de indignación al principio, pero en seguida pense, "no debo preocuparme, Dios sabe que no estaba copiando, eso es lo importante... el profesor puede equivocarse, pero no hay nada a temer..."
A los dieciseis años compré un pequeño manual de hatha-yoga, esa fue mi primera experiencia con lo que se volvería la ciencia mas profunda, interesante y atractiva en mi vida. Al poco tiempo me di cuenta que el yoga era mucho más que una simple gimnasia, me mostraba un conocimiento muy complejo y profundo. Pero la vida tiene muchas vueltas y uno traza casi solo su camino, la juventud nos lleva de un lugar a otro, en el intento de complacer a los padres y de satisfacerse a uno mismo.
El movimiento hippie estaba en boga en mi juventud. Los jóvenes se quejaban de pertenecer a una sociedad hueca, sin valores ni metas concretas. Se quejaban de la guerra y de la falta de amor, de la gran sed por el crecimiento mundano, criticaban el mal llamado progreso, la diplomacia y la hipocrecía. Yo concordaba con estas ideas pero nunca encontraba una verdadera filosofía de vida, una respuesta, una solución a estas críticas. Hacer míºsica en un parque, dejarse crecer el pelo, dar chipe libre a las drogas y al sexo, no eran por cierto la solución correcta.
Al contrario, pensaba yo, ellos, al volverse sexópatas y drogadictos, pasan a depender mas aún de esta sociedad de consumo. De hecho la solución era algo mucho más que las canciones de rock y que hacer la V con los deditos. Es un hecho que vamos mal, pensaba, ¿pero como corregirlo? ¿quien tiene la solución, la respuesta? ¿cual debe ser la verdadera revolución? Mientras estemos atraídos a los productos de consumo, seremos esclavos de una sociedad impersonal y explotadora, caminaremos hacia la muerte como ignorantes corderos ... Leí sobre filosofía, en especial a los antiguos griegos, apreciando en especial a Diógenes el cínico y la escuela de los estoicos, la propuesta de indiferencia al mundo de estos filósofos atrajo mi atención.
Practiqué artes marciales. Mi profesor coreano me dijo un día que no tenía que preocuparme, "si un día no tienes nada- me dijo- puedes vivir muchos días solo bebiendo agua..." Me gustó mucho escuchar eso, que la vida podía ser muy simple, que no debía desesperarme por tener muchas cosas... Supe también que con solo arroz integral un hombre podía vivir tal vez toda su vida, eso también me alegró, vivir no podía ser tan complicado, los caballos y otros animales no necesitan de supermercados, esas cosas las entendía pero sentía que faltaba algo mas, yo sabía que era la falta de Dios... ¿Quién es Dios? ¿Como conocerlo? ¿Como servirlo? ¿Como estar en armonía con El?
Leí a Yogananda y me decidí a orar durante las noches, desde luego, no pude.. Leí a Vivekananda y quise ser un gran yogi en seis meses, desde luego, tampoco pude. Leí a Ramana Maharsi, me tendí en el suelo, me fingí muerto, traté de entender que no soy el cuerpo y solo brahman, espíritu, desde luego, no pude... Me inicié con un yogi mayavadi pero solo me enseñaba algo de hatha-yoga, junto con algunas señoras que solo querian adelgazar, solo se podía hablar con él cinco minutos, ni un segundo más... me sentía vacío... Todo esto aconteció en Argentina... Una noche en Chile conversaba con un primo y me dijo: ¿Sabes que están haciendo los hippies en Londres?, no- le dije yo- Ellos se rapan la cabeza y cantan todo el día el mantra Hare Krsna en una esquina... Yo pensé: "esos hippies viajan a India y deben tener alguna información. Cantar un mantra siempre es bueno y he leído que conduce a la perfección...".
Recuerdo que esa noche subí una montaña de regreso a mi casa cantando a medias el mantra, de acuerdo a mi escasa memoria, un par de meses después encontraría a los devotos en la Plaza Francia de Buenos Aires... Mis amigos ya me habían dicho de un par de monjes rapados que cantaban en Lavalle o Florida... Yo los iba a buscar pero nunca los encontraba. Me decían que se levantaban a las cuatro de la mañana y que se bañaban con agua fría, empecé también a hacerlo en mi casa, quería estar lo mas preparado posible para el encuentro con ellos.
Por fin los vi un sábado en esa plaza... Cantaron y bailaron e invitaron a todos a su fiesta de domingo... "Es en el 473 de Ecuador..." dijo Hanuman Swami invitandonos, también dijo: "En esta feria artesanal hay muchas cosas para embellecer el cuerpo, pero lo primero que debemos entender es que no somos estos cuerpos..." Lo encontré muy duro, mi mente se resistía, ahí estaba la verdad, lo sabía, lo sentía. Sentí una alegría muy especial al escuchar los pequeños címbalos de mano, ese simple instrumento, armonioso y alegre, llenaba mi pecho de gozo. Esto me sorprendió mucho, pero como digo, mi mente se resistía, reuhía la entrega, quería seguir en la llamada bíºsqueda como una prostituta sin fidelidad ni compromiso.
Por leer acerca de yoga había desarrollado una fe en los Vedas, pero mi concepto de Dios era el imperante en aquella época, el impersonal, un Dios sin actividades ni forma, una pura luz. Los devotos me hablaban de Krsna, de un mundo espiritual, de un Dios personal. Pregunté porqué aceptaban a Krsna como Dios y me dijeron que esa era la declaración del Bhagavad Gita y los Vedas; "si es así, lo creo" pensé. Ya era vegetariano, pero ahí por primer vez escuché el argumento mas convincente para serlo toda la vida, los devotos me dijeron: "porque Dios no quiere que comamos carne..." Esta respuesta me impactó sobremanera, me sentí muy malo y pensé "como yo, que me creo tan religioso e inteligente, nunca lo tomé por ese lado..." Los devotos me abrían los ojos, cada día más, mi mente no podía abarcar tanto, mi orgullo de estudiante universitario estaba aplastado, y el canto del mantra con la japa me llenaba de alegría, aunque mi mente escéptica no me dejaba de torturar con su indómita incredulidad.
Con el mantra y el estilo de vida que esta filosofía enseñaba estaba tan feliz que a menudo pensaba: "Esta es la gran respuesta que estabamos esperando. Aquí está expertamente codificado, en una filosofía perfecta, la raiz de nuestro inconformismo. No estabamos equivocados en nuestra rebeldía, pero no sabíamos darle un correcto conducto y salida... Prabhupad trajo la respuesta, va a quedar la crema, todos los jovenes van a tomar el mantra, se van a unir a estas filas, ¡no estabamos tan equivocados! la sociedad materialista debe ser rechazada... Pero lo que la historia muestra está a la vista, pocos son los que se interesaron por una vida superior y espiritual, y la mayoría cayó en las garras de ese consumismo que tanto criticaba. Desde ese entonces he tratado de ceñirme a ese temprano ideal. El ideal de poner lo eterno por encima de lo temporal, lo sustancial por encima de lo superficial, las relaciones sinceras y amorosas por encima de las diplomáticas e interesadas, he tratado de tomar lo real y dejar lo irreal. En esto, por supuesto, he sido ayudado en todo sentido por mi maestro espiritual.
Recuerdo con cuanto gozo leía sus conversaciones con científicos, religiosos, filósofos, políticos, etc. Con cuanto sentido común, claridad y franqueza respondía los distintos argumentos, siempre mostrándose como un humilde siervo del Señor, siempre tomando sencillas citas del Bhagavad Gita, con una lógica demoledora. Nunca fue fanático, nunca condenó a nadie, a todos les explicaba como un padre amoroso la más profunda y divina verdad. En enero de 1973 me inicié en Buenos Aires. Era nuestro regocijo cantar los nombres de Dios en las calles con nuestro lider Hanuman. Muchas veces fuimos detenidos, no nos importaba, Prabhupad y la Verdad eran nuestra vida.
Recuerdo haber leído a los doce años una enciclopedia para niños donde decía que en India los yogis se encerraban en cavernas pero que en realidad, ellos decían, no estaban allí encerrados. La enciclopedia también decía que esos yogis creían en la reencarnación. Al principio me reí al leer de esa idea que me pareció absurda, pero luego pensé: "no, la India es un pueblo muy sabio, si ellos creen en eso, por algo debe ser..." No sé en verdad de donde me vino esta idea, este respeto natural por la herencia cultural de la India, sin duda alguna fue la marca de alguna vida pasada...
Pienso que debo estar muy agradecido en este nacimiento pues he tenido la maravillosa oportunidad de encontrarme con un devoto puro como Srila Prabhupad, esta gran fortuna de alguna manera fue anunciada, pues, según me contaron una vez mis padres, en el décimo piso del edificio en que esperaban mi venida, cantó un grillo por varios días.
No voy a decir que he sido un santo, pero por alguna buena fortuna la preocupación de Dios estuvo muy a menudo presente en mi vida. Sin duda esto también lo debo a mis padres, ellos nos obligaban a ir a misa, aún estando enfermos, no había pretexto que valiera para no cumplir con el oficio del domingo. Recuerdo que a veces detestaba hacerlo, y en otras iba de muy buena gana. Así de niño se me enseñó a orar y a confiar en Dios. Recuerdo una pequeña anécdota, estaba dudando en contarlo pues pensé que sería para mi propio engrandecimiento, pero después vi que no, que mas bien engrandece a quienes me educaron desde mi tierna infancia, y sirve para apreciar el valor de una temprana educación espiritual. La anécdota en si es muy sencilla: de niño estaba dando una prueba en el colegio, cuando de pronto el profesor se me acercó y retiró la hoja de mi prueba acusándome de estar copiando, como no lo estaba haciendo tuve una reacción de indignación al principio, pero en seguida pense, "no debo preocuparme, Dios sabe que no estaba copiando, eso es lo importante... el profesor puede equivocarse, pero no hay nada a temer..."
A los dieciseis años compré un pequeño manual de hatha-yoga, esa fue mi primera experiencia con lo que se volvería la ciencia mas profunda, interesante y atractiva en mi vida. Al poco tiempo me di cuenta que el yoga era mucho más que una simple gimnasia, me mostraba un conocimiento muy complejo y profundo. Pero la vida tiene muchas vueltas y uno traza casi solo su camino, la juventud nos lleva de un lugar a otro, en el intento de complacer a los padres y de satisfacerse a uno mismo.
El movimiento hippie estaba en boga en mi juventud. Los jóvenes se quejaban de pertenecer a una sociedad hueca, sin valores ni metas concretas. Se quejaban de la guerra y de la falta de amor, de la gran sed por el crecimiento mundano, criticaban el mal llamado progreso, la diplomacia y la hipocrecía. Yo concordaba con estas ideas pero nunca encontraba una verdadera filosofía de vida, una respuesta, una solución a estas críticas. Hacer míºsica en un parque, dejarse crecer el pelo, dar chipe libre a las drogas y al sexo, no eran por cierto la solución correcta.
Al contrario, pensaba yo, ellos, al volverse sexópatas y drogadictos, pasan a depender mas aún de esta sociedad de consumo. De hecho la solución era algo mucho más que las canciones de rock y que hacer la V con los deditos. Es un hecho que vamos mal, pensaba, ¿pero como corregirlo? ¿quien tiene la solución, la respuesta? ¿cual debe ser la verdadera revolución? Mientras estemos atraídos a los productos de consumo, seremos esclavos de una sociedad impersonal y explotadora, caminaremos hacia la muerte como ignorantes corderos ... Leí sobre filosofía, en especial a los antiguos griegos, apreciando en especial a Diógenes el cínico y la escuela de los estoicos, la propuesta de indiferencia al mundo de estos filósofos atrajo mi atención.
Practiqué artes marciales. Mi profesor coreano me dijo un día que no tenía que preocuparme, "si un día no tienes nada- me dijo- puedes vivir muchos días solo bebiendo agua..." Me gustó mucho escuchar eso, que la vida podía ser muy simple, que no debía desesperarme por tener muchas cosas... Supe también que con solo arroz integral un hombre podía vivir tal vez toda su vida, eso también me alegró, vivir no podía ser tan complicado, los caballos y otros animales no necesitan de supermercados, esas cosas las entendía pero sentía que faltaba algo mas, yo sabía que era la falta de Dios... ¿Quién es Dios? ¿Como conocerlo? ¿Como servirlo? ¿Como estar en armonía con El?
Leí a Yogananda y me decidí a orar durante las noches, desde luego, no pude.. Leí a Vivekananda y quise ser un gran yogi en seis meses, desde luego, tampoco pude. Leí a Ramana Maharsi, me tendí en el suelo, me fingí muerto, traté de entender que no soy el cuerpo y solo brahman, espíritu, desde luego, no pude... Me inicié con un yogi mayavadi pero solo me enseñaba algo de hatha-yoga, junto con algunas señoras que solo querian adelgazar, solo se podía hablar con él cinco minutos, ni un segundo más... me sentía vacío... Todo esto aconteció en Argentina... Una noche en Chile conversaba con un primo y me dijo: ¿Sabes que están haciendo los hippies en Londres?, no- le dije yo- Ellos se rapan la cabeza y cantan todo el día el mantra Hare Krsna en una esquina... Yo pensé: "esos hippies viajan a India y deben tener alguna información. Cantar un mantra siempre es bueno y he leído que conduce a la perfección...".
Recuerdo que esa noche subí una montaña de regreso a mi casa cantando a medias el mantra, de acuerdo a mi escasa memoria, un par de meses después encontraría a los devotos en la Plaza Francia de Buenos Aires... Mis amigos ya me habían dicho de un par de monjes rapados que cantaban en Lavalle o Florida... Yo los iba a buscar pero nunca los encontraba. Me decían que se levantaban a las cuatro de la mañana y que se bañaban con agua fría, empecé también a hacerlo en mi casa, quería estar lo mas preparado posible para el encuentro con ellos.
Por fin los vi un sábado en esa plaza... Cantaron y bailaron e invitaron a todos a su fiesta de domingo... "Es en el 473 de Ecuador..." dijo Hanuman Swami invitandonos, también dijo: "En esta feria artesanal hay muchas cosas para embellecer el cuerpo, pero lo primero que debemos entender es que no somos estos cuerpos..." Lo encontré muy duro, mi mente se resistía, ahí estaba la verdad, lo sabía, lo sentía. Sentí una alegría muy especial al escuchar los pequeños címbalos de mano, ese simple instrumento, armonioso y alegre, llenaba mi pecho de gozo. Esto me sorprendió mucho, pero como digo, mi mente se resistía, reuhía la entrega, quería seguir en la llamada bíºsqueda como una prostituta sin fidelidad ni compromiso.
Por leer acerca de yoga había desarrollado una fe en los Vedas, pero mi concepto de Dios era el imperante en aquella época, el impersonal, un Dios sin actividades ni forma, una pura luz. Los devotos me hablaban de Krsna, de un mundo espiritual, de un Dios personal. Pregunté porqué aceptaban a Krsna como Dios y me dijeron que esa era la declaración del Bhagavad Gita y los Vedas; "si es así, lo creo" pensé. Ya era vegetariano, pero ahí por primer vez escuché el argumento mas convincente para serlo toda la vida, los devotos me dijeron: "porque Dios no quiere que comamos carne..." Esta respuesta me impactó sobremanera, me sentí muy malo y pensé "como yo, que me creo tan religioso e inteligente, nunca lo tomé por ese lado..." Los devotos me abrían los ojos, cada día más, mi mente no podía abarcar tanto, mi orgullo de estudiante universitario estaba aplastado, y el canto del mantra con la japa me llenaba de alegría, aunque mi mente escéptica no me dejaba de torturar con su indómita incredulidad.
Con el mantra y el estilo de vida que esta filosofía enseñaba estaba tan feliz que a menudo pensaba: "Esta es la gran respuesta que estabamos esperando. Aquí está expertamente codificado, en una filosofía perfecta, la raiz de nuestro inconformismo. No estabamos equivocados en nuestra rebeldía, pero no sabíamos darle un correcto conducto y salida... Prabhupad trajo la respuesta, va a quedar la crema, todos los jovenes van a tomar el mantra, se van a unir a estas filas, ¡no estabamos tan equivocados! la sociedad materialista debe ser rechazada... Pero lo que la historia muestra está a la vista, pocos son los que se interesaron por una vida superior y espiritual, y la mayoría cayó en las garras de ese consumismo que tanto criticaba. Desde ese entonces he tratado de ceñirme a ese temprano ideal. El ideal de poner lo eterno por encima de lo temporal, lo sustancial por encima de lo superficial, las relaciones sinceras y amorosas por encima de las diplomáticas e interesadas, he tratado de tomar lo real y dejar lo irreal. En esto, por supuesto, he sido ayudado en todo sentido por mi maestro espiritual.
Recuerdo con cuanto gozo leía sus conversaciones con científicos, religiosos, filósofos, políticos, etc. Con cuanto sentido común, claridad y franqueza respondía los distintos argumentos, siempre mostrándose como un humilde siervo del Señor, siempre tomando sencillas citas del Bhagavad Gita, con una lógica demoledora. Nunca fue fanático, nunca condenó a nadie, a todos les explicaba como un padre amoroso la más profunda y divina verdad. En enero de 1973 me inicié en Buenos Aires. Era nuestro regocijo cantar los nombres de Dios en las calles con nuestro lider Hanuman. Muchas veces fuimos detenidos, no nos importaba, Prabhupad y la Verdad eran nuestra vida.
El espíritu de nuestro Gurudev se extendía por el orbe del mundo,
su deseo era una orden imposible de desobedecer. El nos decía: "si lo que has
recibido de mi te ha servido de algo, entonces dáselo a los demás, solo de esa
manera podrás pagar lo que me debes..."Un día tomó mi mano y me puso el cordón
sagrado, pronunció para mi cada sílaba del santo gayatri, me mostró sus manos
de loto y me enseñó a llevar la cuenta de cada mantra. El era muy sencillo, muy
caballero, muy sabio... Cuando lo vi pensé: "íÉl es tan misericordioso, que
quienes no lo podrán ver, lo verán en sus fotos y libros..." él era muy amplio,
era el padre amoroso de sus discípulos...
En noviembre de 1977 mi divino padre espiritual dejó este mundo. A principios de ese año vinimos de Argentina a Chile unos cinco devotos a iniciar la difusión de la Conciencia de Krsna en esta tierra. Después de su partida vinieron varios años de confusión y caos. Mis hermanos mayores, quienes fueron designados como líderes, no tenían la capacidad de reemplazar a ese sol que era nuestro Gurudeva. Estuve siete años tratando de servir en una institución que se mostraba cada día mas politizada y diplomática, en una institución que se alejaba cada día más de los principios de amor y confianza que nuestro guardián nos había enseñado.
Muchas cosas pasaron, me casé en el año ochenta y en el ochenta y cuatro fui empujado a vivir donde mis suegros. Un día pensé: "tantos años he servido a los devotos, ¿que devoto amigo tengo con el cual pueda servir el ideal de mi Gurudev?" Maharaj Paramadveti apareció como la única respuesta en mi mente, le escribí una carta donde le decía: "quiero predicar en Chile, pero quiero que usted me apoye, que me respalde, quiero hacerlo con usted..." Antes de recibir respuesta a mi carta fui enviado a Ecuador, donde, en Guayaquil, por arreglo de la Providencia, un devoto me prestó el libro Sri Guru y Su Gracia. Lo leíamos todo el día y lo comentabamos. En ese libro se publicaban algunas conversaciones de nuestros hermanos líderes con Srila Sriddhar Maharaj. Las respuestas de Guru Maharaj eran íºnicas, magníficas, resplandecientes... cada palabra suya era un luminoso meteoro surcando la noche caótica de siete años en la que habíamos vivido... Lo más maravilloso era que Srila Prabhupad mismo había señalado a este hermano espiritual suyo como un guía ideal para cuando el hubiese partido... De esta manera veíamos la gloria de Prabhupad en la gloria de Srila Sriddhar Maharaj, y elogiábamos y amábamos a esos dos gigantes espirituales que vinieron a arrasar con la noche de Kali.
Maharaj Paramadveti, en ese entonces Alanath Swami, supo de mi estadía en Ecuador y de inmediato me fué a visitar, viajó de Bogota a Quito para dar pronto socorro a su desventurado hermano y me invitó a su refugio en el yatra de Colombia. Ahi gocé de su santa asociación por cuatro meses, tras los cuales volví a Chile con mi familia, mi esposa y dos hijos, en aquel entonces de tres y un año. Recuerdo que llegué justo para mi cumpleaños, el 20 de Marzo de 1985, un nuevo ciclo comenzaba en mi vida, volvía, como en el año 77, con el mensaje de Prabhupad y ahora reforzado por el de Sriddhar Maharaj y la grandísima muestra de amor que Maharaj Harijan y Paramadveti Maharaj y todos los devotos de Colombia me habían dado, algo que nunca antes había vivido, y que claramente podía ver, era el mundo que Srila Prabhupad nos había venido a dar.
Pensé que podría hacerlo, pero ahora me doy cuenta de que es muy difícil, es imposible escribir mi biografía, ¿como puedo referir todo lo que he recibido? ¿Todo lo que debo? ¿Cuanto debería yo hablar de mi Gurudeva, de Sriddhar Maharaj, de Pujapad Puri Maharaj, de Paramadveti Maharaj, de Harijan Maharaj? ¿Cuanto tendría que hablar de ellos? pues mi vida sin ellos no es nada, no vale nada, mi vida tiene algún valor, y pidieron un relato de mi biografía, solo porque en mi buena fortuna fui tocado con la asociación de esas grandes almas. ¡Oh devotos! todos ustedes son mis guardianes, ustedes están sirviendo con tanto amor y entusiasmo. Yo me dirijo a las grandes almas antes mencionadas y a todos los devotos, porque todos ustedes son faros de fe, que nunca me han permitido desviarme. Perdonen por extenderme más de la cuenta.
¡Srila Prabhupad ki jay!
¡Srila Sriddhar Maharaj ki jay!
¡Goura bhakta vrinda ki jay!
Atulananda das.
En noviembre de 1977 mi divino padre espiritual dejó este mundo. A principios de ese año vinimos de Argentina a Chile unos cinco devotos a iniciar la difusión de la Conciencia de Krsna en esta tierra. Después de su partida vinieron varios años de confusión y caos. Mis hermanos mayores, quienes fueron designados como líderes, no tenían la capacidad de reemplazar a ese sol que era nuestro Gurudeva. Estuve siete años tratando de servir en una institución que se mostraba cada día mas politizada y diplomática, en una institución que se alejaba cada día más de los principios de amor y confianza que nuestro guardián nos había enseñado.
Muchas cosas pasaron, me casé en el año ochenta y en el ochenta y cuatro fui empujado a vivir donde mis suegros. Un día pensé: "tantos años he servido a los devotos, ¿que devoto amigo tengo con el cual pueda servir el ideal de mi Gurudev?" Maharaj Paramadveti apareció como la única respuesta en mi mente, le escribí una carta donde le decía: "quiero predicar en Chile, pero quiero que usted me apoye, que me respalde, quiero hacerlo con usted..." Antes de recibir respuesta a mi carta fui enviado a Ecuador, donde, en Guayaquil, por arreglo de la Providencia, un devoto me prestó el libro Sri Guru y Su Gracia. Lo leíamos todo el día y lo comentabamos. En ese libro se publicaban algunas conversaciones de nuestros hermanos líderes con Srila Sriddhar Maharaj. Las respuestas de Guru Maharaj eran íºnicas, magníficas, resplandecientes... cada palabra suya era un luminoso meteoro surcando la noche caótica de siete años en la que habíamos vivido... Lo más maravilloso era que Srila Prabhupad mismo había señalado a este hermano espiritual suyo como un guía ideal para cuando el hubiese partido... De esta manera veíamos la gloria de Prabhupad en la gloria de Srila Sriddhar Maharaj, y elogiábamos y amábamos a esos dos gigantes espirituales que vinieron a arrasar con la noche de Kali.
Maharaj Paramadveti, en ese entonces Alanath Swami, supo de mi estadía en Ecuador y de inmediato me fué a visitar, viajó de Bogota a Quito para dar pronto socorro a su desventurado hermano y me invitó a su refugio en el yatra de Colombia. Ahi gocé de su santa asociación por cuatro meses, tras los cuales volví a Chile con mi familia, mi esposa y dos hijos, en aquel entonces de tres y un año. Recuerdo que llegué justo para mi cumpleaños, el 20 de Marzo de 1985, un nuevo ciclo comenzaba en mi vida, volvía, como en el año 77, con el mensaje de Prabhupad y ahora reforzado por el de Sriddhar Maharaj y la grandísima muestra de amor que Maharaj Harijan y Paramadveti Maharaj y todos los devotos de Colombia me habían dado, algo que nunca antes había vivido, y que claramente podía ver, era el mundo que Srila Prabhupad nos había venido a dar.
Pensé que podría hacerlo, pero ahora me doy cuenta de que es muy difícil, es imposible escribir mi biografía, ¿como puedo referir todo lo que he recibido? ¿Todo lo que debo? ¿Cuanto debería yo hablar de mi Gurudeva, de Sriddhar Maharaj, de Pujapad Puri Maharaj, de Paramadveti Maharaj, de Harijan Maharaj? ¿Cuanto tendría que hablar de ellos? pues mi vida sin ellos no es nada, no vale nada, mi vida tiene algún valor, y pidieron un relato de mi biografía, solo porque en mi buena fortuna fui tocado con la asociación de esas grandes almas. ¡Oh devotos! todos ustedes son mis guardianes, ustedes están sirviendo con tanto amor y entusiasmo. Yo me dirijo a las grandes almas antes mencionadas y a todos los devotos, porque todos ustedes son faros de fe, que nunca me han permitido desviarme. Perdonen por extenderme más de la cuenta.
¡Srila Prabhupad ki jay!
¡Srila Sriddhar Maharaj ki jay!
¡Goura bhakta vrinda ki jay!
Atulananda das.